May 4, 2010

EL FÚTBOL ES UN DEPORTE, EL CALCIO ES UN MODO DE VIDA

Ya la temporada llega a su fin y los trofeos empiezan a llegar a manos de sus nuevos dueños. El trabajo de tantos meses paga los dividendos y algunas veces hasta los cobra si has equivocado las cuentas. El torneo más importante de Europa ya tiene finalistas y habrá nuevo rey. Sin embargo, este fin de semana se vieron unas cosas bastante peculiares, interesantes, desde todo punto de vista, bueno y malo a la vez.

Esperé hasta hoy para ver mejor la reacción de la prensa y poder elaborar mejor mi argumento, para vivir un poco más de cerca el ambiente. Así que dejemos de lado la Champions un momento para entrar un poco en el final de temporada de la Premier, la Liga y la Serie A.

Los tres campeonatos grandes de Europa se decidirán probablemente en la última fecha y mantendrán tanto a fanáticos como periodistas al filo del infarto, pegados al asiento y apretando los dientes, esperando con nerviosismo el resultado final. Hay emoción en este final de temporada, y eso es bueno, ¡buenísimo! Pero lo que se vio este fin de semana fue algo más que emoción, algo que trasciende nuevamente las barreras del campo y el deporte.

Empecemos con los hechos. En Inglaterra se jugaba una jornada interesante porque el Chelsea y el Manchester siguen el mano a mano por el título. Los Blues visitaban Anfield y se esperaba un partido bastante caliente sabiendo que los Red Devils tenían una tarea más fácil en campo del Sunderland, con la punta y el título en juego. Pues Gerrard y sus compañeros jugaron un partido inusualmente ligero ante uno de sus máximos rivales de la era reciente, cometiendo errores por todos lados y sin el entusiasmo del que busca la victoria. Lo que es más curioso es que la fanaticada del Liverpool reaccionó casi con alegría ante la derrota de su equipo (¡!), en casa ante el Chelsea. ¿Se volvió loca toda la Kop?


Recordemos ahora un momento el partido del miércoles pasado en la Champions, donde el Barcelona le ganó al Inter en Camp Nou pero quedó eliminado del torneo, dejando a España sin representantes en la máxima competición por clubes. Al pitazo final en Camp Nou, la plaza Cibeles en Madrid se llenó de fanáticos que festejaban la eliminación blaugrana, pero de tal forma que parecía la celebración de la décima Champions para los merengues. No mucho patriotismo sabiendo que era el campeón de La Liga española, ¿verdad?

Vayamos ahora a Italia. El sábado la Roma ganó sufriendo en casa del Parma y se montó en la punta por 24 horas. Luego era el turno del Inter para responder el domingo en el Olimpico de Roma ante la Lazio. El equipo local simplemente se paseó por el campo, los visitantes no encontraron el gol por su propia fuerza y luego no tuvieron que gastar una gota más de sudor para defender la ventaja, como en un amistoso de verano. La fanaticada local, casi todo el Olimpico, incluso hacía cantos y gritos de alegría, mostrando carteles de ironía acerca de la “dolorosa” derrota. La Lazio perdió en casa ante el Inter y los fanáticos saltaron de alegría. ¿Tengo que seguir dando ejemplos?

Esto es la rivalidad al máximo de su expresión. Si el Barça pierde, los madridistas estarán contentos, y no hay nada en este mundo que lo pueda remediar. Cuando el Chelsea venció al Liverpool en Anfield dio un gran paso hacia el título, un título que los fanáticos de la Kop saben no debe caer en manos de los odiados enemigos de Manchester, porque está en juego el honor de ser el equipo más exitoso de la Premier. Cuando la Lazio perdió en el Olimpico ante el Inter fue una fiesta porque significó un paso más hacia el título Nerazzurro en detrimento de la Roma. En la ciudad eterna esta rivalidad se siente mucho, tanto que cualquier "Laziale" prefiere ir a la Serie B antes que ver a la Roma ganar el Scudetto. Eso es rivalidad al extremo, y no se puede hacer nada al respecto.

Es algo de mal gusto para muchos, porque modifica las reglas no escritas del deporte, esas que dicen que ambos equipos juegan a ganar. Elimina la competencia. ¿Pero saben qué? Es también parte del juego, como un ying-yang, debe haber equilibrio. No existe el bien sin el mal, y en la competencia no existe un ganador sin un perdedor. Uno debe reír mientras el otro debe llorar, así de simple. Es el riesgo que se corre siempre que se juega, siempre que se compite.

Leo los periódicos en todas partes y todos se vuelven locos por este fenómeno, porque es algo que daña el deporte a sus ojos. Veo críticas y quejas por todas partes, porque el espectáculo ha sido arruinado, porque no hay lealtad, no hay honor, no hay respeto, y esas son las consignas principales de la FIFA si vamos a ver las propagandas de “Fair Play” y los parches de “respect” que le cosen a las mangas de las camisetas. Pero esa búsqueda de la excelencia, del respeto y del honor de parte de la FIFA y de todo el mundo tiene una gran falla, es utópico, porque están olvidando el aspecto más importante del deporte: quien lo practica es el humano.

La idea no es tanto criticar la rivalidad exagerada que termina por falsear un partido y arruinar el espectáculo ni mucho menos promover el anti-deportivismo, pero tampoco catalogarlo como un crimen federal con pena de muerte, escandalizando cada detalle hasta el punto de acaparar todas las portadas de los diarios (y no solo los diarios deportivos), como dicen en mi tierra, “ni calvo ni con dos pelucas”. Lo que quiero dejar en claro es que no puede ser una sorpresa todo esto que está sucediendo, se sabía de antemano. Esto es un deporte, creado por el hombre para competir y destacarse, vencer, no con el fin de entretener al espectador.

Y no es tan grave como se piensa. Realmente. La competición deportiva saca a relucir la ambición más profunda de una persona, porque sabe que no hay vidas en riesgo, es una guerra sin muertos, donde tanto el perdedor como el vencedor vivirán para contarlo. Se hace de todo por ganar, sin límites, a veces incluso con trampas, no porque sea bueno o decente, simplemente porque es humano, y si el deporte es practicado por humanos entonces se verán reflejadas las características de este, tanto las virtudes como los defectos. Y entre todos los deportes, luego de casi 100 años de historia, el fútbol ha demostrado ser el más humano en absoluto, el más imperfecto ante los ojos de los dioses y por ende el más perfecto para los humanos.

Ya lo dije una vez, si no puedo ganar pues que pierda mi enemigo. Es una reacción infantil sí, y ahí está la magia, que cuando se practica el deporte (y el fútbol en especial) se deja salir al niño que se lleva por dentro, se olvidan las reglas, los moralismos, no hay escala de grises, todo es blanco o negro, no existe bien o mal y todo es válido. El error de muchos es que no logran mandar a dormir al niño una vez que se acaba el juego y dejan que este niño sea quien dicte las instrucciones de la vida. Por eso algunos llegan a los golpes o las puñaladas con los rivales luego de un partido, pero el culpable sigue siendo quien apuñala, no quien promueve la rivalidad deportiva.

Especialmente aquí en Italia esa pasión se lleva bastante en la piel pero muchos toman esa rivalidad y la confunden con falta de respeto, tomando medidas demasiado exageradas para “remediar” gestos banales mientras otros actos realmente importantes quedan impunes y crean risas. Es irónico. No me gusta mezclar la política con el deporte pero aquí es inevitable porque son una misma cosa, es imposible escapar, es un modo de vida. Hay que vivirlo para entenderlo.

Por ejemplo, aquí en Siena existe un evento deportivo llamado “il Palio”. Consiste en una carrera de 10 caballos con jinete a pelo alrededor de la plaza principal del centro histórico de la ciudad (Piazza del Campo). Existen 17 equipos llamados “Contrada” que datan del mismísimo imperio romano, cuando se reunían los soldados de las respectivas zonas de la ciudad a competir entre ellos. Los caballos dan 3 vueltas a la plaza para ganar la carrera, y no importa si el jinete cae o muere, solo importa el caballo. Lo interesante es que para estos equipos, ganar no es tan importante como hacer perder al enemigo. Realmente, los equipos son capaces de pagar dinero a otros con tal de bloquear en algún modo al rival y evitar su victoria. Las celebraciones son absurdas, las vivo especialmente en esta época del año cuando se acerca la primera de las dos carreras en verano, y es una tradición que ha resistido al tiempo y al cambio, es el modo de vida de los habitantes naturales de Siena. Esta filosofía se traslada a todas partes en Italia, desde el campo de fútbol hasta el palacio de gobierno.

Si un diputado dice cualquier barbaridad (pongamos como ejemplo un comentario racista) se habla y se discute por días y semanas pero no pasa nada, y se insultan y se acusan de todo tipo de cosas, cosas que para algunos no deben ser mencionadas, privadas, pero no sucede nada. Por el otro lado está la FIGC que multa a Materazzi por burlarse de los rivales en el Derby usando una máscara carnavalesca de Berlusconi, multan a Mourinho por hacer un gesto de protesta ante semejantes restricciones ridículas, multan a Totti por indicarles a los fanáticos de la Lazio el camino hacia la Serie B con el dedo hacia abajo, e incluso crean una ley para multar a quienes maldicen en el campo, siempre pensando en dar el buen ejemplo. ¿Pero qué peor ejemplo que la intolerancia misma de los que manejan la FIGC? Aquí el fútbol es mucho más que un deporte, la competencia es mucho más férrea, es un modo de vida, reflejado sobre un campo verde con líneas blancas.

Así están las cosas. Me interesa saber qué sucederá este miércoles en el Olimpico de Roma cuando el equipo de Mou enfrente al de Ranieri por la final de la Coppa Italia. Habrá fanáticos del Inter por un lado apoyando a los Nerazzurri y fanáticos de la Lazio haciendo lo mismo, y en medio estarán los fanáticos de la loba, como visitantes y minoría en su propio estadio. Será un ambiente surreal y habrá tensión dentro del campo, y cada vez que el árbitro pite a favor de la Roma se escuchará el silbido de al menos 40 mil aficionados, y se hablará durante semanas de la reacción de los jugadores y los presidentes y los entrenadores. Pero mientras la rivalidad se limite al deporte no habrá problemas porque será siempre eso, deporte, de lo demás se encargarán las fuerzas del orden porque lo demás no es culpa del deporte, es culpa del hombre.

Respuesta 101: La original Copa de Campeones de Europa fue otorgada en 1967 al Real Madrid CF, campeón europeo en aquella época, por haber ganado el trofeo en 5 ocasiones consecutivas.

Trivia 101: el próximo miércoles 5 de mayo se disputará la final de la Coppa Italia en el Stadio Olimpico di Roma donde el Inter enfrentará a la Roma. Esta será la 5 final entre estos dos clubes en los últimos 6 años. Para los romanos sería la 10ma Coppa de su historia si la ganan y tendría un significado bastante especial. ¿Alguien sabe por qué?

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