(abajo: 21 de junio de 1994. El último grito de gol para el 4-0 contra Grecia. Luego, el triste adiós a la selección)
Me imagino que muchos de ustedes ya estarán comenzando con la eterna discusión sobre Maradona: que si es un mal ejemplo, que si Pelé era mejor, que si Cruyff, Beckenbauer o Platini, que si las drogas, qué sé yo… etc. Yo lo vi jugar pocas veces. De hecho, en mi memoria probablemente tengo un solo recuerdo de Maradona en un campo de juego y fue justamente el último golazo contra Grecia, en el mundial de U.S.A. ’94. Sin embargo, he visto infinidad de videos y he escuchado testimonios de los que lo vieron jugar. O ellos están todos locos (es factible) o de verdad el Pelusa era el mejor.
Yo podría estar loco también, pero mi opinión la tengo ya bien elaborada. Diego Armando Maradona fue, y será por mucho tiempo, el mejor jugador de fútbol que haya existido. Mi evaluación es sencilla. No estoy juzgando absolutamente su polémica personalidad o su cuestionable y reprochable vida personal; de eso no me encargo yo porque soy también humano y alguien podrá juzgar algún día mis propios errores. Lo mío es estrictamente futbolístico. Aquí nos encargamos de hablar de fútbol y, bajo ese pretexto, no hay discusión sobre la calidad del Pelusa.
(abajo: la ausencia de Riquelme en la albiceleste crea tantas incógnitas como nuevas posibilidades. ¿Será una bendición disfrazada de tragedia?)
Resumiendo sus características para hacer un perfil completo de sus habilidades y capacidades la cosa queda más o menos así: "jugador de baja estatura, bastante fuerza física y potencia en las piernas para luchar sin desventajas contra rivales más altos y fuertes, protegiendo el balón y la posición. Excelente aceleración en espacios cortos y alta velocidad de carrera, con y sin balón. Supremo dominio del balón con la pierna izquierda, como nunca antes visto, hasta el punto de no necesitar la pierna derecha en ningún momento (solo para subir al autobús). Conocimiento táctico y visión del juego para ubicar a sus compañeros en todo momento. Polivalencia para jugar en diversas posiciones del ataque. Capacidad de definición y asistencia superlativas. Creatividad e iniciativa para crear movimientos y jugadas inesperadas, rompiendo esquemas y equilibrios defensivos. Exactitud y precisión envidiables a balón parado. Liderazgo y agresividad naturales para motivar e inspirar a sus compañeros". Si alguien encuentra algún otro jugador que reúna todas esas características que me lo diga, porque se merece un premio.
(abajo: Pequeños y peligrosos. El trío Messi-Tévez-Agüero fue mortal para la Vinotinto)
Regresemos un momento a la actualidad. El Pelusa ahora entrena la selección que tanto ama. Hasta ahora lo ha hecho bien y hay material para mejorar. Sin embargo, la reciente pérdida de Riquelme lo obligó a cambiar planes y es una lástima porque no hay otro como Román actualmente. Aprovechando la situación, con un espacio vacante en el ataque y tanta abundancia de calidad en ese reparto, optó por mandar otra punta escurridiza para formar un 4-3-3 donde Messi y Tévez caen por los extremos para acompañar al Kun Agüero en el centro.
Le fue bien por esta vez gracias a la calidad de sus jugadores, pero también a la falta de malicia de la Vinotinto. La diferencia táctica con la ausencia de Riquelme es que se pierde más la posesión del balón y se juega mucho más abierto. Argentina consiguió de hecho sus dos primeros goles gracias a contragolpes ejecutados casi a la perfección. Venezuela tuvo iniciativas buenas en los primeros 30 minutos pero pesó mucho la falta de calidad. Maldonado y Arango son buenos, pero si cambias a uno de ellos por un delantero argentino las cosas terminaban diferentes. Luego del 2-0 César Farías trató de morir con las botas puestas mandando otro atacante pero murió en el intento, recibiendo un frío y doloroso 4-0. Farías murió con honor.
Como habíamos dicho, Argentina disfrutó de un buen debut oficial al mando del Pelusa pero aún quiero ver el desarrollo de los esquemas tácticos maradonianos. Venezuela no es una prueba verdadera y quiero saber cómo se puede enfrentar ese nuevo 4-3-3 ante Brasil o Paraguay. Por ahora le toca Bolivia en La Paz, donde ya sabemos que todos sufren las condiciones climáticas adversas. Creo que el equipo tiene suficiente calidad para poner en dificultad a cualquier defensa, y tienen además un centro del campo que protege muy bien la línea defensiva. Una simple curiosidad, no entiendo por qué Diego no llama al Cuchu Cambiasso. No parecen necesitarlo pero a uno como él yo jamás renunciaría.
(abajo: El Pelusa no puede esconder su felicidad cuando está vestido de albiceleste. Es y será el único 10)
Sigue entonces el camino de la Argentina y el Diego hacia el sueño de recuperar aquella copa adorada que hace tiempo conquistaron juntos. A pesar de las grandes incógnitas tácticas que presenta la albiceleste, sigo con el presentimiento que la Asociación de Fútbol Argentina (A.F.A.) le entregó el equipo a la persona correcta. Nadie puede amar más esa camiseta que el Pelusa. Desde aquel último partido que jugó contra Grecia en el lejano verano de 1994, Argentina quedó huérfana de su líder y ha jugado desde entonces con un fantasma deambulándose por el campo, en cada estadio y en cada entrenamiento. Ahora, tal y como dice la pancarta que se vio en El Monumental, los muchachos exorcizaron el fantasma y ahora disfrutan porque Argentina es “Maradona y 11 más”.
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