Jun 29, 2009

NASCIDO PARA JOGAR FUTEBOL

Afuera está lloviendo y no parece que estemos ya entrando en julio. Encerrado en la casa, hoy será el primer lunes de una larga abstinencia futbolística sin campeonatos, sin Champions y sin Confederations… se me acabaron los caramelitos. Pero antes de entrar en depresión puedo al menos exprimir unas cuantas ideas de lo que me dejó este pequeño torneo veraniego.

Yo había dicho que Brasil estaría en la final y acerté al menos esa parte. También había dicho que España se quedaría en el camino y acerté eso, pues no la incluí en la final. Me quedé corto con Italia pero considero que el pronóstico, a pesar de la falta de exactitud, fue preciso y aceptable. Ya hablé de Italia la semana pasada y tengo que hablar de España y su derrota sorpresiva (no tanto para mí) por supuesto, pero vamos a empezar por Brasil, ¿les parece?

Como había dicho previamente, Brasil dejó el antiguo Jogo bonito, el que hizo la historia desde Pelé y Rivelino en los 60’ y 70’ hasta Garrincha y Sócrates en los 80’. En la parte interna de la camiseta verdeamarelha está escrito, en letras cursivas y en idioma portugués, la frase “Nascido para jogar futebol”, como recordatorio de la historia que escribieron los que en el pasado portaron esa camiseta con orgullo. Es más que un estilo de juego o una estrategia, es un modo de vida.

La prensa brasileña no sabe qué hacer ya con Dunga. Lo matan a fuerza de críticas cada vez que juega su equipo y no muestra la belleza de antaño, porque sufren para ganar y parecen más europeos que brasileños. Luego, tal como pasó en la Copa América 2007 jugada en Venezuela, se tienen que rendir ante la irrefutable evidencia de su éxito, porque hasta ahora ha ganado las dos competiciones en que ha participado.

Yo no soy un fan de Dunga, y es por eso que me cuesta hablar bonito de él. Tengo una eterna diatriba mental acerca de mi opinión sobre sus decisiones. Estoy de acuerdo con sus estrategias la mitad de las veces ya que son pragmáticas, como me gusta a mí. Hasta ahora todo le ha salido bien y los resultados le dan mayor confianza en su labor, pero va por el mismo camino de Lippi. Su mente obtusa lo va a cegar y pagará las consecuencias en el futuro por falta de preparación.

Su equipo utiliza siempre el mismo 4-3-1-1-1 (sí, leyeron bien). Una formación asimétrica donde todo va bien gracias a los tres de arriba: el primero es Kaká, que tiene libertad de moverse por todas partes, partiendo un poco desde la derecha; el siguiente es Robinho, que se comporta como una segunda punta, más adelantado que Kaká y recostado a la izquierda; y finalmente está Luis Fabiano que juega como punta central fija, haciendo de pivote para los dos media puntas.

Personalmente no entiendo cómo hace Dunga para no llamar al Juventino Amauri, uno que tiene el mismo talento de Luis Fabiano con mayor inteligencia táctica y mayor fantasía. También cuestiono su poco uso de Alexandre Pato o Nilmar, dos puntas de excelente calidad que pueden crear desequilibrio en velocidad, en lugar de un Robinho a quien siempre le ha quedado demasiado grande la camiseta verdeamarelha.

(arriba: Amauri Carvalho de Oliveira. Delantero de la Juventus, nacido el 3 de junio de 1980 en Carapicuíba, Sao Paulo)

Convocatorias aparte, con esa estrategia sencilla, aprovechando las subidas de los laterales (Maicon vale su precio en oro, y es mejor que Dani Alves), tienen muchas posibilidades de desequilibrar a la defensa contraria. Cuando se encuentran a un rival que hace girar el balón suelen ganar sin problemas porque poseen un ataque superior, pero cuando se les cierran las oportunidades y tienen que desdoblarse para encontrar huecos… la final de anoche habla por sí sola.

Si los “gringos” tuvieran un poco más de experiencia para manejar las situaciones favorables, como la ventaja de 2-0 que desperdiciaron anoche, le habrían propinado a Brasil un cachetón bastante cercano al inolvidable “Maracanazo” de 1950. Ahora, préstenme atención: los Estados Unidos de América jugaron con un 4-4-1-1, cerrados en defensa y aprovechando la velocidad de los delanteros (y la desconcentración de la defensa verdeamarelha) para anotar dos goles de contra hasta que perdieron el rumbo. Todo el mundo habla de “hazaña” y “explosión” del fútbol estadounidense. Si esas camisetas blancas hubiesen sido azules y en lugar de llevar barras y estrellas portaran un tricolor… ¿la gente se habría quejado de “catenaccio”?

(arriba: Kaká fue premiado por la FIFA como el jugador más valioso del torneo. Por una vez en la vida estoy de acuerdo con Joseph Blatter)

Como ven, con un poco de inteligencia y jugando de acuerdo al rival, tratando de explotar sus debilidades, se puede llegar a vencer incluso al todopoderoso Brasil. De la misma forma, España sucumbió ante la estrategia sencilla pero efectiva de U.S.A. La diferencia aquí es que, a pesar de tener un equipo de gran calidad, Don Vicente del Bosque no supo modificar su propio equipo para evitar caer en la trampa que le pusieron de frente. Además, por muy buenos y campeones de Europa que sean, ni David Villa, ni Torres, ni Fábregas… ninguno se llama Kaká.

Tal como le sucedió al Barcelona contra el Chelsea en la Champions League, el mediocampo de La Roja fue anulado efectivamente por el sistema defensivo rival y esta vez no estaba Iniesta para arreglarlo todo con un golazo al minuto 90. España actualmente se aferra a su estilo de juego porque le ha dado resultados y además divierte al público, porque parafraseando al editor de la revista deportiva española AS, Alfredo Relaño, “es menos probable vencer, pero jugando así la victoria sabe mejor”.

Si Brasil abandonó el “jogo bonito” por el contragolpe europeo, España lo desempolvó y le cambió el nombre para transformarlo en un “tiqui-taca”, esperando obtener los mismos éxitos de la verdeamarelha en el pasado. Después de toda una vida sufriendo, viendo a los demás levantar las copas por TV y pasar a la historia, España encontró el modelo que más le gustaba y siempre quiso emular: el brasileño.

(arriba: Xavi Hernández y Andrés Iniesta son el eje del tiqui-taca en el Barcelona y también en la Roja)

En esa semifinal ante los estadounidenses, Del Bosque intentó modificar su estrategia para revertir el resultado adverso cambiando a Torres y Villa (dos puntas veloces) por Güiza y Llorente (dos torres). Además de los delanteros, quitó a Cesc Fábregas y metió a David Silva, recostado por izquierda y con libertad de hacer la diagonal por el centro. La falta de Xavi Hernández se sintió en la falta de balones filtrados y lanzamientos precisos a distancia.

El problema no fueron los cambios, que para mí fueron acertados, sino la estrategia que era ridículamente contradictoria. Si toda la defensa rival está cerrada y esperándote, tus delanteros veloces salieron y dejaron espacio a las torres, y además tienes dos medios que pueden jugar como extremos (Riera y Silva)… ¿se puede saber por qué se metieron en el embudo central como un grupo de idiotas, en lugar de aprovechar las bandas para abrir la defensa y centrar a las torres?

Aquí es donde te das cuenta que ese estilo de juego no entra ni siquiera en las mentes de los españoles, jugadores o entrenadores, porque lo consideran retrógrado, feo, poco atractivo, anticuado y, sobre todo, incompatible con su recientemente encontrada nueva filosofía. El mérito de haber desarrollado una personalidad y un estilo de juego, que los identifique y los haga conseguir resultados positivos, es tan grande como el demérito de haber cerrado las puertas de la mente a la versatilidad y el cambio, características necesarias para sobrevivir ante cualquier tipo de adversidad según las más básicas leyes del juego (adaptación de la Ley de Darwin al fútbol).

(abajo: Jozy Altidore, delantero del Villarreal nacido el 6 de noviembre de 1989 en Livingston, New Jersey)

Es por esta razón que dije que solo Brasil o Italia podrían vencer a España, porque me refería al estilo de juego “a la italiana” de defensa y contragolpe que seguramente les haría daño a los ibéricos. No contaba con el “harakiri” de Italia pero afortunadamente los “gringos” se encargaron de mantener firme mi pronóstico y darme finalmente la razón, al menos figurativamente.

Bueno, ahora que terminó el torneo llegaron las vacaciones para los futbolistas y se nos acabó la fiesta. Estas tres selecciones tienen menos de un año para corregir sus defectos y optar al título más deseado del planeta. Yo hago las preguntas y veremos qué respuestas me da el tiempo…

Brasil fue el primero en ganar tres trofeos Jules Rimet y quedarse con la copa; fueron los primeros y únicos en ganar hasta ahora un mundial fuera de su propio continente. Ningún equipo ha podido ganar el mundial luego de haber ganado la Confederations Cup el año precedente... ¿Podrán romper también esta maldición?

(arriba: Iker Casillas no puede detener el gol contra los Estados Unidos. El año próximo buscará superar su mayor reto y levantar la Copa del Mundo en Sudáfrica)

España no ha superado jamás los cuartos de final en una Copa del Mundo. El año que viene llegarán como el equipo favorito, junto a Brasil. Deberán pelear contra el fantasma de los cuartos de final y mostrarle al mundo que ellos también son “nacidos para jugar al fútbol”. ¿Lograrán unirse a la élite y transformarse en la octava selección en ganar una Copa del Mundo?

Italia es el campeón del mundo y debe enfrentar una renovación de emergencia en menos de un año. Solamente Brasil e Italia han podido defender el título mundial obtenido cuatro años atrás. ¿Logrará la Azzurra emular a Brasil y obtener la quinta estrella para la camiseta?

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