Nov 20, 2008

LA NOCHE DEL DIEZ

Ayer fue una “fecha FIFA”, y por todo el mundo las selecciones nacionales jugaron partidos amistosos (más bien de preparación, porque amistosos quedan ya pocos). Tuve el chance de ver un poco de varios juegos y estoy satisfecho pues hubo bastante variedad.

Las selecciones nacionales tienen en mente la clasificación al próximo mundial de Sudáfrica 2010, y estos partidos sin puntos son los pocos que le sirven a cada equipo para probar nuevas ideas y hacer experimentos, cosa muy riesgosa cuando está en juego la clasificación. La mayoría de los resultados son mentirosos pues no se ven las verdaderas capacidades de cada equipo sin todos los titulares habituales. Sin embargo, cada partido tiene su propia historia, y si algunos seleccionadores buscan experimentar nuevas opciones, otros buscan afirmar los mecanismos ya conocidos, o incluso poner a prueba al equipo titular contra rivales de peso.

Algunos partidos fueron interesantes por tratarse de rivales clásicos. Inglaterra, por ejemplo, fue al Olympiastadion de Berlin con un equipo completamente experimental para medirse al actual subcampeón europeo. Los muchachos de Capello respondieron muy bien a la emoción y lograron vencer 2-1 a un equipo alemán bastante opaco. Fue una buena noticia para Inglaterra haber encontrado alternativas a los titulares para el futuro. Y por supuesto es siempre un placer vencer al viejo y eterno rival en su casa.

Otro gran clásico se jugó en el estadio Mane Garrincha de Brasilia, donde la “Verdeamarelha” le dio una lección de futbol y carácter a Portugal ganando 6-2. Carlos Queiroz tenía a su disposición a los mejores representantes del fútbol luso, mientras Dunga sufría varias ausencias importantes en todos los sectores de la cancha. Sin embargo, Brasil mostró un juego colectivo agresivo y despiadado en ataque, con la magia que se le exige al equipo que lleva 5 estrellas en la camiseta (3 goles de Luis Fabiano y 3 asistencias de Kakà), mientras Portugal chocó contra sus propias limitaciones (ni media magia de Cristiano, mil veces mejor fue Deco) y las de su seleccionador (¿recuerdan cuando dije que Queiroz era incapaz contra rivales fuertes?). Por cierto, qué casualidad, Cristiano Ronaldo merece el balón de oro con el Manchester, pero con Portugal parece un chiste… ¿Vieron que el equipo hace al jugador?

No me alcanza el espacio para contarles todo lo que sucedió ayer, desde los 31 partidos invictos de la “Azzurra” de Lippi empatando en Atenas 1-1 con Grecia (como Vittorio Pozzo, bicampeón del mundo en 1934-1938), los 28 invictos de la “Roja” ganando a Chile (más de dos años sin perder, con Eurocopa incluida), hasta el pálido empate 0-0 de "les bleus" ante Uruguay en París (Domenech debería renunciar por simple patriotismo, ¡es un desastre!). Pero como había dicho el lunes, mis ojos estuvieron en el Hamden Park de Glasgow. En el mismo campo donde hace años hizo su primer gol con la “albiceleste”, Diego Armando Maradona volvió a usar el escudo de la selección argentina en el pecho, esta vez bordado en su chaqueta de entrenador, viendo desde el banquillo a los muchachos en el campo. Diego ha vuelto.

Desde aquel golazo que le hizo a Grecia en el mundial del ’94 (el último que anotó en la selección), Argentina ha estado sufriendo la ausencia del “numero 10” en cada partido. Sin Diego no han siquiera llegado a semifinales en un mundial. Alguien me puede decir, con una cantidad de talentos infinita como es la albiceleste, pasando desde la generación de Verón y Batistuta (mundiales ’98 y 2002 perdidos) a la de Riquelme y Messi (otro mundial perdido en el 2006), ¿cómo se explica esto? Talento jamás les ha faltado, eso lo tenemos claro, y algunos errores tácticos han cometido los entrenadores que costaron partidos importantes, pero seriamente se pudieron remediar con esos jugadores. Tienen un ejército completo de futbolistas de la más alta calidad, en todas las líneas, pero les ha faltado la pieza que perdieron en los Estados Unidos durante el verano de 1994: el General que los dirige.

Un dato para que me entiendan. ¿No se han dado cuenta que, después de Maradona, cada nueva estrella del futbol argentino es inmediatamente el “nuevo Diego”? Como si no pudieran vivir sin él, como si no existiese talento, ni equipo, ni entrenador, ni táctica, ni otro modo para ganar que no sea un “Diego”. Olvidaron que antes de Diego ya eran campeones del mundo en el ‘78, con la selección de Menotti. Se enamoraron de Maradona (¿Quién no?), pero nunca aprendieron a vivir sin él. Es una historia que evidentemente no había terminado.

Ahora se acabó la espera. Argentina tiene por fin lo que ha estado buscando por más de una década, el ídolo que había perdido. No es un buen entrenador, o al menos no lo ha demostrado. Para eso se hizo acompañar de Bilardo, para consultar con un experto. Pero les ofrece a los jugadores la inspiración necesaria para luchar como lo hicieron ayer desde el primer minuto. Todos lo ven en el banco dando órdenes, y ninguno lo quiere defraudar. Es un sueño para todos los jugadores estar en el mismo campo con su ídolo, y eso es precisamente lo que mostraron ayer contra Escocia ganando 1-0, sufriendo y corriendo.

Diego dijo que no le importa llegar entre los cuatro mejores, quiere la Copa. Es muy posible un fracaso rotundo en esta aventura, una decepción que cerraría finalmente el capítulo de Maradona con la selección y dejaría a Argentina de nuevo bajo su sombra. Sin embargo, quién sabe… quizás regrese a Mar del Plata como hace tantos años, con la Copa en la mano y alzado entre brazos como un héroe.

Curiosa imagen… Un ídolo combatiendo su adicción a las drogas, y un pueblo combatiendo la adicción a su ídolo.

 

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