Bienvenidos a Suráfrica
Brasil jugó el primer tiempo como dice el manual, cerrando los espacios y partiendo la defensa rival a la contra, pero luego se fue a las duchas antes de tiempo y cometió uno de los más grandes suicidios de la historia de los mundiales.
Comencemos por el principio: mi pronóstico. Todo iba bien hasta el medio tiempo cuando Brasil dominaba un equipo holandés demasiado ingenuo en defensa e inocente en ataque. No había velocidad en la maniobra, no había movimiento sin balón, Robben quería siempre entrar a la puerta él solito sin dársela a nadie y se perdían balones por todos lados. Resumiendo, Holanda fue un desastre completo.
Brasil es fue al descanso más cómodo y contento que un niño en una juguetería. Cada contra tenía aroma a gol, con Maicon que se juntaba por derecha con Dani Alves y Robinho que encontraba siempre a Kaká para hacer combinaciones en corto, aprovechando los espacios abiertos por Luis Fabiano, todo funcionaba a la perfección. Pues a partir del minuto 45 se jugó otro partido porque el que salió al campo fue otro Brasil.
Tal como hicieron ante Korea del Norte en el primer juego, los brasileños se relajaron demasiado y dejaron de presionar el mediocampo, ofrecieron algo de espacio al rival que consideraban muerto y se complicaron la vida solitos y luego de 8 minutos sucedió lo que nunca te esperas, lo que hace de este deporte el más hermoso del mundo. Uno de los mejores 5 porteros del planeta, Júlio César, cometió un error elemental en un balón alto y Felipe Melo anotó un autogol que activó los circuitos mentales de Brasil en modo negativo.
Los nervios empezaron a verse por todos lados y tal como lo había anunciado en el minuto 5 el pertido no terminó con 22 jugadores porqu Felipe Melo, quien había dado la asistencia para el gol de Robinho y anotado el autogol, sacó a relucir su lado oscuro y se ganó una roja por pisar a Robben, dejando a su equipo con 10 cuando ya estaban en desventaja luego del gol de Sneijder. Realmente el equipo brasileño nunca perdió la calidad pero sí la cabeza.
Yo estaba convencido que Holanda no podía derrotar a Brasil con su estilo clásico de juego mientras los de Dunga mantengan el orden defensivo mostrado hasta ahora en 4 años y sigan siendo tan despiadados en ataque. Sabía que era necesario un cambio radical en la selección holandesa para meterse en el juego, provocando algún error en el rival, alguna falta, quizás una tarjeta, y justamente eso sucedió. Era predecible. Lo que jamás imaginé fue precisamente el relajo colectivo de Brasil.
Efectivamente los goles de Holanda llegaron de balones aéreos y errores del rival, completamente contradiciendo el estilo de juego de los tulipanes y dando una cucharada de su propia medicina a Brasil... que ironía. Ahora debo repetir lo mismo que dije de Holanda en el medio tiempo pero con referencia a Brasil, para ser justos, porque insisto, un equipo que comete errores defensivos tan ridículos no puede pretender ser campeón del mundo, y si Holanda se había equivocado en el primer tiempo Brasil la superó con un suicidio exagerado, un verdadero SAMBAKIRI.
Hoy, luego de ver este juego y antes de ver el juego de Uruguay no considero a Holanda capaz de levantar la copa, pero ya ha quedado demostrado más de una vez que este mundial y en general este deporte ofrece siempre una sorpresa. Hasta mañana y que siga rodando la pelota.
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